Entrevista a nuestra Vicepresidenta Marie-Jo Bourdin

UNA ENTREVISTA A MARIE JO BOURDIN, POR LAURENT DUPONT

Sierra Exif JPEG

Marie Jo Bourdin es Director adjunto,  Responsable del Polo de Formación y de Responsable de MEDIACOR (dispositivo de mediación, asesoramiento y orientación), Centro Françoise Minkowska, PARIS.

Presidente del Movimiento Europeo de Trabajadores Sociales (METS). 

Vice-Presidente de la Asociación Francesa de Psiquiatría Social.

Formación inicial de la asistencia social, Master en ciencias sociales.

 Publicó en noviembre de2013 en Ediciones Panafrika/Silex/Nouvelles du Sud, Las Blancas no son frígidas, una obra sobre el trauma relacionado con la circuncisión femenina. Cuidadosamente, ha descripto las consecuencias post-traumáticas  y reitera la necesidad de un apoyo pluridisciplinario.

 

Laurent Dupont : Querida Marie Jo Bourdin, En primer lugar, ¿puede decirnos en qué contexto usted recibe la palabra de estas mujeres «víctimas de escisión»?

Marie Jo Bourdin : Yo trabajo en el  Centro Françoise Minkowska,  un Centro Médico Psico-social que recibe a los migrantes y refugiados de la migración internacional. La Antropología Médica Clínica es el marco teórico dentro del cual se inscribe el trabajo clínico del Centro Minkowska , en el cual el terapeuta confronta sus propios referentes culturales y modelos explicatorios con los del paciente. Es en este contexto específico que recibo a  mujeres africanas que han sido víctimas de la excisión.

L.D.: Parece que la circuncisión femenina ha sido muy temprana en la vida para muchas mujeres, ¿usted tiene una idea de la edad media? Y en el momento del acto, esto está dentro de un discurso sistemáticamente ritualizado?

M.J.B.:En efecto la tendencia actual es de realizarlo muy tempranamente. Notamos sin embargo una evolución ya que no siempre ha sido el caso. La edad de la excisión o la infibulación ha variado considerablemente en función del país y de las etnias: podría ser de unos pocos días después del nacimiento, en el primer trimestre del primer embarazo, a través de la pubertad o antes del matrimonio.

En cuanto a la ritualización, las cosas también han cambiado.

La escisión como un ritual de paso carece de sentido cuando se practica sobre un bebe. Por el contrario ciertas etnias, como los Massai en Tanzania, practican aún la escisión en grupo a la edad de 15 años y con un ritual.

L.D.: Lejos de ceder a un universalismo del horror, su libro muestra la complejidad de cada una de las situaciones. ¿Todas estas mujeres se sienten « víctimas » ?

M.J. B.: No y en general ellas no se presentan como víctimas y tampoco de manera inmediata se sienten como tal. Ellas son más de sentir la vergüenza y la culpabilidad. Esta vergüenza les impide a sí mismas reconocerse como víctimas de una tradición ancestral y que continúa todavía. Esta vergüenza está acompañada por un miedo de decir y es a través de las entrevistas que aparece la noción de víctima.

 L.D.: En su libro, aparece que el rencuentro del discurso occidental puede llevar a emerger esa sensación de víctima, pero también puede que se sienta víctima de la mirada o del discurso occidental?

M.J. B.: Si, ellas pueden sentirse víctimas ante la mirada y ante el discurso occidental, aunque no siempre se dan cuenta, ya que a menudo tienden a idealizar la sexualidad de las mujeres no circuncidadas.  Ellas se sienten  « anormales » (término muy utilizado por la víctima) y dicen « yo no soy normal, es necesario que el cirujano haga lo necesario para yo ser una mujer de verdad». Empujando más sobre su discurso, vemos que este decir se relaciona con la norma de occidente. Este es también cuando se confrontan a esta norma en los medios de comunicación, que se sienten anormales, y por lo tanto las víctimas de discurso occidental. Una paciente me dijo « En África yo no tenía ningún problema con mi sexualidad, yo me sentía normal, a partir de estar aquí, yo me siento y soy frígida ». De la frigidez ella ha llegado a pensarse como víctima.

 L.D.: Existe una cirugía reparadora, ¿la propone usted sistemáticamente? ¿Todas ellas la aceptan?

M.J. B.: Sobre todo no! La cirugía debe ser abordada con la mayor prudencia, lo digo y lo repito en mi libro, que en ningún caso debe ser presentada como una solución milagrosa e inevitable. Como lo escucho lamentablemente a veces. Esto implicaría una banalización de la circuncisión femenina y sus complicaciones concomitantes médicas, obstétricas y psicológicas, desde la cirugía del clítoris. Todas las mujeres no quieren la cirugía y no lo aceptan cuando se la evoca.  Lo que me parece interesante es que en la respuesta propuesta, por varios equipos para acceder a la cirugía es hacer luego de la consulta médica, una consulta sexológica. La paciente recibirá información sobre el tipo de la circuncisión que sufrió – recordar aquí que hay cuatro tipos  según la clasificación de la OMS – en la forma de localizar el clítoris debajo de la piel y en la posibilidad de estimularla. Es interesante ver que muy a menudo después de consultar en sexología algunas mujeres abandonan a la cirugía. Creo que aquí hay que destacar que todas las mujeres circuncidadas son resilientes e insistir en que, contrariamente a la creencia popular, incluso circuncidadas, pueden tener placer sexual y no desarrollan ningún síntoma o neurosis postraumáticas.

L.D.: La segunda parte de su libro es muy original ya que parte de un dialogo continuo con una psicóloga de orientación analítica en la aproximación de estos casos. ¿Esta decisión de tener una aproximación singular y de tener un enfoque único para cada caso apunta a no victimizar a estas mujeres?

 M.J. B. : Valeria Sommer me supervisa en el acompañamiento de estas mujeres circuncidadas. Su mirada psicoanalítica me parece esencial en este tipo de atención, ya que implica una capacidad de ajuste permanente, de ahí la importancia de la supervisión en la escucha de este irrepresentable, este incalificable que ellas vienen  a compartir conmigo.

La ventaja de emplear en las viñetas clínicas su comentario es proporcionar una imagen más clara de la palabra de las mujeres que recibo. Su orientación lacaniana es particularmente útil en la interpretación de su lesión, es decir, la forma en que lo Imaginario y lo real está por fuera de cualquier discurso de la victimización. Así que quería compartir con mis lectores la riqueza de esta supervisión.

 L.D. : Para finalizar, en su libro muestra de una manera increíble como  « víctima»  o  «se siente víctima», Como así también en sus discursos surge este sufrimiento en los cuerpos de los propios sujetos, así como la lesión física encontrada.  ¿Puede darnos sus puntos de vista sobre estas mujeres, «víctimas, necesariamente víctimas»?

 M.J. B.: Estas mujeres son víctimas en la medida en que, a menudo son circuncidadas muy jóvenes, no tienen otra opción, se le impone esta práctica mutilante.

Las que querían resistir para escapar del cuchillo de la excisor, no tenían el poder de actuar, porque han sufrido  a la fuerza la mutilación.

Sin embargo yo también quería destacar mi sentimiento sobre los recursos que algunas desarrollan para reconstruirse,  «retejerse» como diría Boris Cyrulnik después de una agonía psíquica,  después de este estado de terror psíquico impresionante,  experimentado durante esta mutilación.

Frente a tal traumatismo es que el marco de la Antropología Médica Clínica toma toda su pertinencia. Se trata de mostrar que el discurso de la victimización impone implícitamente representaciones culturales sobre la persona, la condición de la mujer, el nivel de las representaciones de la sexualidad que no son compartidas por las mujeres afectadas. Así que hay confrontación de representaciones culturales.

Este enfoque se habrá visto ni exotisante o estigmatizante.

(Un proyecto de la tercera obra está en desarrollo sobre el tema «Psicoanálisis y excisión»)

 

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